NUESTRA DULCÍSIMA MADRE

'Vida, dulzura y esperanza nuestra': así proclama la Iglesia a la Virgen María en la plegaria más bella y popular, después del Avemaría: la Salve Regina. María es fuente de vida y de esperanza para el cristiano. Y María es la dulzura de la vida cristiana. Por eso, la Madre Maravillas solía llamar a la Virgen 'Nuestra Dulcísima Madre'.El autor, buen conocedor de la espiritualidad carmelitana, ha ido recorriendo el caminar cristiano y religioso de la gran carmelita, segando y espigando, de entre los enormes haces de vivencias y doctrina marianas de Santa Maravillas, los elementos que la configuran como un alma mariana y una maestra de la vida mariana: desde su nombre, que nos habla de la Virgen de las Maravillas, patrona de la ciudad murciana de Cehegín, hasta la variedad de advocaciones marianas que acompañaron a la Madre en sus fundaciones. Y, sobre todo, la Virgen del Carmen, 'Nuestra Dulcísima Madre'. Campea, a lo largo de la obra, esa presencia solícita de María en la vida cristiana, no sólo de Santa Maravillas de Jesús, sino de todo aquel que, leyendo lo que la carmelita adelantó de la mano de María, se decida a seguir a Jesús por el camino más seguro: el de la vida, la esperanza y la dulzura, que es María.